Empoderamiento

¿Como saber entonces si soy una víctima? Este fue el punto cumbre del conversatorio ofrecido por la doctora Saavedra, especialista en violencia de género. Si algo ya esta claro es que algunas mujeres tienen un nivel de distorsión cognitiva tan grande, que les resulta imposible darse cuenta de que están inmersas en un ciclo de abuso constante.  He aquí algunas preguntas que seguro podemos hacernos en caso que consideremos ser víctimas de violencia:

 

  • ¿Cómo reconocer la violencia si creciste con un padre violento? ¿Cómo darte cuenta de que estás repitiendo el modelo de tu madre? Más aún, ¿cómo entender que caíste en las mismas situaciones agresivas que vivieron tus suegros? Finalmente, ¿cómo combatir la violencia si la sociedad en la que vivo acepta el abuso y el maltrato?

 

La falta de respeto se ha mantenido en el tiempo como algo normal no solo porque las mujeres carecieran de amor propio o por la ausencia de valores. También tuvo mucho que ver la costumbre de cumplir con ciertos roles y estereotipos dictaminados durante siglos por una sociedad patriarcal.

 

Aunque muchos de estos patrones hoy están más que desfasados, nos acostumbramos tanto a ellos que siempre mostraremos resistencia frente a las que se quejen o se pronuncian en su contra. Entonces, las mujeres que no tienen la determinación suficiente como para romper con estos moldes terminan por asumir una actitud de conformismo. En vez de luchar contra la indiferencia de la gente, prefieren reírse del abuso o de la burla de los hombres, incluso de sus congéneres.

 

Síntomas

“A nivel mundial, un 60% de mujeres son víctimas de algún de tipo de violencia”, señala la psiquiatra. Y en el 100% de esos casos, el cuadro clínico que irán desarrollando es el siguiente:

 

  • Signos de stress. Al que le sigue un trastorno depresivo con síntomas psicóticos, que es lo que los profesionales de la salud mental definen como un Trastorno Depresivo Severo. Eso empieza con síntomas tan sutiles como ganas de llorar constantemente, tristeza frecuente, ansiedad, se comienza a tener miedo a subir sola a los autobuses, taxis o elevadores. También se desarrolla un terror a estar en lugares encerrados o con muchas personas. Cualquier situación se torna irritable y se cae en conductas que contribuyen a percibir a la mujer como una “loca”. Eso aumenta el peso sobre sus hombros porque, además de ser maltratada, se establece un estigma difícil de superar. En este punto, cualquier cosa la hace llorar o gritar. Pierde la capacidad de cuidar a los hijos y a sentir una enorme indefensión. Lamentablemente, en este punto es imposible que ella reconozca lo que ocurre y aumentan las posibilidades de que permanezca así por décadas, convirtiéndose en un maltrato repetitivo y continuo que podría durar incluso de 30 a 40 años.

 

Lo más letal y doloroso de estos casos de maltrato es que los hijos crecen en este ambiente y se acostumbran de tal manera, que lo ven como algo normal. Si no se hace un alto a tiempo, el círculo de la violencia se repetirá en los hogares que formaran esos hijos.

 

Más drama

En los tiempos de nuestras abuelas, la mujer pensaba que debía quedarse en la casa aceptando el maltrato porque fue lo que le toco, porque fue lo que aprendió. Incluso, porque eso podría ser una prueba puesta por Dios para probar su fe y obediencia. Era algo que todos veían normal. De ahí surgió otro tipo de maltrato, que es el de la madre a sus hijos.

 

En estos casos, la violencia se viste de manipulación, de victimismo y protección extrema. Sin darse cuenta, las madres criaban a hijos dependientes, indecisos e inseguros; convencidos de que no podían desapegarse de sus progenitoras porque dependían totalmente de ellas. Peor aún, ellos crecieron con la idea de que tenían la responsabilidad intransferible de cuidar a su madre por siempre, de evitar que la maltrataran y poco a poco aquella relación terminaba por convertirse en tóxica y dañina para ambas partes.

 

Además de exponer la sintomatología de una mujer que es víctima de violencia y el alcance que esta situación ha llegado a tener, existen acciones puntuales para combatir este flagelo. En una próxima entrega te las presentaré. Solo tienes que estar pendiente de nuestras actualizaciones.

 

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *

Publicar comentario